Ya no recuerdo en qué momento intenté ser un pseudo escritor, simplemente esta era me lo pidió. El alejamiento humano que vivimos me ha dicho que ya no tenemos libros de amor y mucho menos fe en Dios. Solamente sabemos lo que el cura piensa sobre una Biblia escrita por algunos y traducida por otros. Y lo peor, una era de Twitter y Facebook como centros del intercambio de emociones y pensamientos. He sido un solitario tipo en banca rota y con poca suerte, pues para mi ya todo fue escrito, musicalizado y cantado. El cine de vez en cuando me sorprende. Pero la música ya no. Así que este será el día que yo muera. Moriré con esas canciones para bailar lento compuestas en Virginia por ahí de los 60s.
Sí, ese fue el día que morí, y lo peor es que aún no había nacido.
Una generación perdida en la corrupción y la ignorancia me hace salir a la calle a llenarme de pena por la nación. Música que me entristece en cada puesto de tacos y tortas poco salubre callejero de mi tierra. Ya no hay manera de sonreír con lujo o caminar con demora. En las calles ya no hay amantes de buen gusto, mucho menos cabalidad y señorío entre los mexicanos. Esto es un pueblo de mamarrachos al volante o trepados en un camión manejado por un chimpancé con licencia.
Siempre fue mejor American Pie que Piano Man, pero siempre ganó más dinero Billy Joel. Ya no importa el contenido, ni mucho menos la calidad de la narrativa. Estas palabras son ecos de un corazón que espera un milagro en el mundo. Que quiere volver a ese romance lento y que sabía. Lejos de esas tiendas plazas y tiendas departamentales. Cerca de la luna y las malteadas de fresa con música de Elvis de fondo.
Ya lo sé, no seas pinche malinchista. Hijo de puta, ama tu país. Aunque sea una población bastarda y educada a palos....