Caminó y caminó, creo que solo volteó hacia atrás un par de
veces. Ya no quería ver esa calle, ese árbol, ese templo de cantera. Lo único
que iba a regresarle el confort a su alma era la soledad. No sabía lo que
quería, nunca lo supo. La vida que le tocó fue de esas poco fáciles. La única
persona que lo ayudó fue su tía, hoy ya enterrada junto a ese viejo templo de
cantera.
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