Sobre mariachis y tequilas en la vida de un borracho

Desde que llega a su bar habitual lo saludan hasta los tres mariachis panzones del rincón. Eso si es ser borracho diría yo. Solo hay que esperar a que empiece con sus tequilas para escucharlo cantar. Gasta en música, comida y buenos vinos, dice que es para lo único que sirve el dinero. Y saca su trillada frase

“El dinero no da la felicidad, pero si compra un chingo de alegrías”

Y que si se divierte, junta a sus amigos y comienzan todos a cantar el mono de alambre.

Ubican luego luego al mariachi más feito y moreno.

- Buenos días señores, hoy vengo bien sucio. Chingue a su madre, ese pinche furcio..¡¡¡ vamos a cantar, vamos a bailar, el mono de ….

And again, and again, y and again.

Y a pesar de que los mariachis atacan, la creatividad de este gran borracho y sus amigos los supera. Todo apoyado por fuertes carcajadas y silbidos. No faltan los

– Ese gordo es puto ¡¡¡

Y para el mismo gordo

- Faitelson Culero ¡¡¡ ( haciendo alusión al parecido del violinista con el comentarista de ESPN)

Pasan las horas, las copan llegan llenas y se van vacías. Las pobres niñas al principio aguantan ya al final solo piden que termine la borrachera.

Es hora de la cuenta.

La madre que nos parió ( ya con varios tequilas encima su voz se distorsiona bastante)

- ¿Que cantó el potrillo? No me chingues carnal si ni que hubieran tocado 4 horas.
- Ese es el precio joven ya sabe. Además fueron 53 canciones y 2 veces el mono del alambre en su versión larga.
- Ni modo a hacer cooperacha de billetes y pagar. Pinches mariachis salen caros.

------------ un sábado más en la vida de este peculiar personaje.