M cocina creativa. Para Guadalajara tenemos que aceptar que es un restaurante creativo haciendo gala del nombre. Su arquitectura y decoración son sumamente agradables. Vale la pena simplemente la visita por eso. Te cambia de contexto y se encuentra en una zona de Zapopan muy cera del centro que abundan árboles, clima fresco y poco bullicio.
Ahora viene la parte por la que le doy 3 estrellas. El restaurante antepone su estética a todo. Prefieren contratar meseros con el pelo rojo o aretes extravagentes que meseros y anfitrionas con oficio puro. Al sentarte en el restaurante sientes que te están atendiedo unos chavitos hipsters sin un trato categórico. Resumiento esto, el servicio cumple, pero no un 5 estrellas en lo absoluto.
Como dato, el día que fui no servía su terminal de tarjeta de crédito y no me avisaron antes de pedir la comida. Suerte que llevaba efectivo. Esto debido a una lluvia que cayó que los dejó sin internet. Esta situación aplicó para American Express y Visa. Un restaurante de esta índole tiene la obligación de avisarte y más si venden botellas de vino entre los 300 y 1200 pesos.
La comida: Aquí es donde entramos a una zona arriesgada. Experimentan y lo hacen bien. La comida es divertida, mezclan sabores y especies que no vemos comúnmente. Juegan con lo asiático y lo mexicano, y van fusionando diversos estilos, técnicas y condimentos. El problema es que no te llena rotundamente, queda en una buena experiencia, pero no es lo que ostentan.
Pedí una curvina al jengibre con arroz al vapor. Buena, pero no fue lo que esperaba. La porción digna,
Carpacció de Res como entrada, porción muy pequeña. Arriesgado platillo, abusaron del aderezo de soya y naranja.
Postre: Helado de chocolate y Caramelo. 75 pesos. Buen precio, más no un postre para recordar.
En resumen.
El lugar está muy fregón. vale la pena ir para eso. Ya depende de cada persona el regresar. Siento que la comida tiene mucho potencial, pero aún no llega a definirse como lo que es. Su servicio sin duda puede ser mucho más categórico.
Ahora viene la parte por la que le doy 3 estrellas. El restaurante antepone su estética a todo. Prefieren contratar meseros con el pelo rojo o aretes extravagentes que meseros y anfitrionas con oficio puro. Al sentarte en el restaurante sientes que te están atendiedo unos chavitos hipsters sin un trato categórico. Resumiento esto, el servicio cumple, pero no un 5 estrellas en lo absoluto.
Como dato, el día que fui no servía su terminal de tarjeta de crédito y no me avisaron antes de pedir la comida. Suerte que llevaba efectivo. Esto debido a una lluvia que cayó que los dejó sin internet. Esta situación aplicó para American Express y Visa. Un restaurante de esta índole tiene la obligación de avisarte y más si venden botellas de vino entre los 300 y 1200 pesos.
La comida: Aquí es donde entramos a una zona arriesgada. Experimentan y lo hacen bien. La comida es divertida, mezclan sabores y especies que no vemos comúnmente. Juegan con lo asiático y lo mexicano, y van fusionando diversos estilos, técnicas y condimentos. El problema es que no te llena rotundamente, queda en una buena experiencia, pero no es lo que ostentan.
Pedí una curvina al jengibre con arroz al vapor. Buena, pero no fue lo que esperaba. La porción digna,
Carpacció de Res como entrada, porción muy pequeña. Arriesgado platillo, abusaron del aderezo de soya y naranja.
Postre: Helado de chocolate y Caramelo. 75 pesos. Buen precio, más no un postre para recordar.
En resumen.
El lugar está muy fregón. vale la pena ir para eso. Ya depende de cada persona el regresar. Siento que la comida tiene mucho potencial, pero aún no llega a definirse como lo que es. Su servicio sin duda puede ser mucho más categórico.
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