Olvidar amores es la ciencia del recuerdo remanente. No hay a la fecha un método que lo garantice (aunque hay películas que lo afirman), pues vivimos en compañía de esas sombras. Los fantasmas de nuestro pasado nos acechan, tenemos que aprender a vivir con ellos. Para algunos esas sombras y fantasmas son mejores que el soportar la soledad en total abandono. Al menos tengo algo que acongoja mi vida solitaria. Cada noche la expectativa de volverte a ver en sueños me emociona y al levantar me entristece. Mirar hacia mi ventana el tono gris de la mañana y no escuchar más que mis propios suspiros es la penitencia.
Olvidar intentar olvidarte es algo que no se aprende, es simplemente entrar a la vida en piloto automático. Desayunas, trabajas, comes, trabajas, cenas y duermes. En el inter solo queda huir de nuestra propia mente enajenándose en números y juntas. Los motivos para buscar el éxito ya son egoístas, todo para mi, cuando mi placer era tener algo de darte. Ya no pienso en el final de la historia, pues tu postura la entiendo, pero no la acepto. Ahora más bien pienso que los dos fuimos inmaduros y demandantes. Hay que saber cuando tener resignación y volver a construir lo que fue demolido.
La ciencia del recuerdo remanente, seguirá siendo una búsqueda para un resultado final infinito. Seguirá siendo la única ciencia inexacta y sin métodos fijos. Será el alto precio de haberte amado o una beca de estudio para toda la vida.
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