Estando en Guadalajara hospedado en uno de esos antiguos hoteles del centro se alcanza a ver el bullicio que se hace en el cruce de Juárez y 16 de Septiembre. Desde temprano los ejércitos de comerciantes y compradores entran en acción generando el ajetreado ambiente que se respira de compra-venta. Así como uno que otro niño que se va de pinta o señora en ocio. Después de desayunar una de esas tortas ahogadas de pan duro ablandado con un baño de salsa de tomate y un toque de salsa de chile de árbol seco. Salgo de mi cuarto en camino al Hospicio Cabañas sede de exhibición de grandes murales de Orozco. Tolsá fue el responsable de la obra a principios de los 1800s y enfrente de sus puertas se ha visto pasar la historia de México y Jalisco. Recorrer sus escaleras, techos y pasillos es un paseo por el país que tanto disfrutamos.
Salgo y mi curiosidad me lleva al mercado de San Juan de Dios, ahí a un ladito pegado. Es el lugar donde se compran todo tipo de chacharas y fayuca que uno pueda imaginar. Cientos de puestos con la última moda y tecnología. Después de comprar la calculadora solar científica, sin garantía obviamente. Tomo ruta hacia la minerva. Era la antigua entrada a la ciudad. Es una glorieta muy grande y congestionada que da la bienvenida a estas tierras del occidente. Por momentos uno piensa que el flujo de coches se vuelve interminable. Guadalajara es ya una ciudad grande, dónde quedaron esas calles vacías de los 70’s, ese olor a tierra mojada.
Sin duda alguna lo mejor de esta ciudad son sus bellas mujeres con unos ojazos que ves el cielo cuando los miras. Que porte y que presencia tiene la mujer tapatía. No sé que les den de comer o si sea el agua. Es un gusto salir a las calles y ver desde en la tienda, la parada del camión una linda señorita que te alegra el momento. De ahí a escuchar unos buenos mariachis, que son el testigo de México. El país de los grandes contrastes diría Carlos Fuentes, cómo tenemos las canciones más tristes, tenemos las más alegres. Un buen tequila de alguna reserva poco comercial, tantita sal y limón. Al final del día de vuelta al hotel después de haber degustado del sabor de esta ciudad.
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